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Algunas empresas están empezando a incluir beneficios para el cuidado de mascotas como si de hijos se trataran

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Algunas empresas están empezando a incluir beneficios para el cuidado de mascotas como si de hijos se trataran

Sabíamos que no estábamos tan lejos de este momento, y ya están llegando los primeros ejemplos de lo que podría convertirse en una tendencia mayor, especialmente en esos sectores de alta cualificación laboral donde la competitividad por los candidatos lleva a las empresas a ofrecer mejores beneficios por insólitos que sean.

Empleadores “pet-friendly”: con esto de la pandemia una pyme aseguradora estadounidense, Zebra, decidió dar un paso al frente y hacer la primera oferta de gratificación anual por tenencia de perro o gato rescatado. Son 300 dólares de beca que se enmarcan dentro de un paquete más grande de beneficios familiares a los que se puede acoger el empleado. En Mass, empresa de suministros de limpieza en Lenox y una empresa de diseño, Ceros, ofrecen condiciones parecidas desde este 2020. Hay más.

Explica en The Wall Street Journal la CEO de Zebra, Keith Melnick, que se dieron cuenta de que era una ayuda hasta cierto punto necesaria en el contexto pandémico actual, en el que mucha gente va a pasar mucho tiempo encerrados en sus casas y sin posibilidad de interactuar con muchas de las personas con las que interactuaban antes de esto en la oficina. Algunos trabajadores ya se han valido de la ayuda.

No sólo ellos: puede que Zebra sea el último y más atrevido caso, pero una empresa neoyorkina de tráfico de datos, mParticle, también garantizaba dos semanas de baja remunerada para los empleados recién adoptantes de gato o perro, así como para los dueños de mascotas ya establecidas que tuviesen que mudarse a una ciudad distinta (adaptarse a un nuevo hogar es fuente conocida de estrés para muchos animales). Hay también infinidad de empleadores Big Tech que, al igual que ofrecen oficinas lúdicas e hipermodernas llenas de mesas de billar (sí, Google entre ellas), animaban a sus empleados a llevar a sus mascotas a pasar el día con ellos en sus instalaciones.

Trabajador contento, trabajador productivo.

Más mascotas que niños: ya lo hemos ido viendo, el número de animales de compañía en España en el último lustro ha crecido un 40%, algo en lo que habrá que tener en cuenta los cambios censales, ya que es muy posible que antes en el mundo rústico hubiese también un número muy importante de mascotas sin registrar. Sea como fuere, parece que la soledad que caracteriza nuestras sociedades actuales está potenciando la tenencia de animales en viviendas. Ya hay más perros y gatos que menores de 15 años. Estamos aún lejos de las cifras de los vecinos norteños.

Un mundo más humanizado, no menos. Las sociedades están avanzando a gran velocidad hacia un proceso de erradicación de la violencia y potenciación de las emociones. Eso está llevando, por ejemplo, a la mayor sensibilidad hacia la industria alimentaria o hacia el tratamiento de nuestras mascotas con mucho más afecto. Por ejemplo una de las reclamaciones más extendidas de los propietarios en los últimos tiempos es la necesidad de algún día de permiso por fallecimiento. Hay mucha gente que tiene que llevar a caso procedimientos legales, como hablar con el veterinario, con el registro de la comunidad autónoma e incluso incinerar.

Pero, lejos de lo que dicta el tópico, la norma no implica que a mayor humanización de los animales menos tengamos con los nuestros: los padres están pasando hoy mucho más tiempo con sus hijos que hace cinco décadas. Tanto las mujeres como los hombres, tanto los trabajadores como los que no. En España los padres de hoy pasan, de hecho, el triple de tiempo con sus retoños que nuestros abuelos.


Aceptar una cita que no te interesa sólo para comer gratis: el arte de las "foodie calls"

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Aceptar una cita que no te interesa sólo para comer gratis: el arte de las

De los creadores del Ghosting, llega la Foodie Call. En una era donde las apps de ligues como Tinder se han convertido en una herramienta casi necesaria para tener citas, algunas y algunos se aprovechan de manera engañosa para sacar algo interesadamente de esas quedadas. ¿El qué esta vez? Comida. ¿Alguna vez alguna amiga o amigo te ha contado que fue a aquella cita con esa persona que no le terminaba de gustar porque por lo menos iba a ir a un sitio bonito y caro a cenar? Pues este fenómeno tiene un nombre: Foodie Call. Es decir, acudir a una cita solo para comer de gratis y por el morro. Un estudio realizado a mujeres demuestra que entre el 23% y el 33% de las encuestadas lo ha hecho una vez en su vida.

El estudio. La investigación, llevada a cabo por un grupo de psicólogos (Collisson, Howell, & Harig, 2019), señala que este tipo de prácticas poco éticas pueden ser realizadas tanto por mujeres como por hombres, heterosexuales u homosexuales, pero como “tradicional y culturalmente solía ocurrir que en una cita romántica el hombre invitaba a la mujer”, los investigadores se enfocaron en realizar las encuestas solo a mujeres heterosexuales.

En las dos muestras incluidas en este estudio, se le pidió a más de 1.000 mujeres que respondieran a una serie de preguntas donde midieron sus rasgos de personalidad, creencias sobre los roles de género y su historial de “citas gastronómicas”. Entre el 23% y el 33% revelaron que habían hecho una Foodie Call. La mayoría lo hizo de vez en cuando o en raras ocasiones. También se les preguntó si pensaban que esta práctica era socialmente aceptable. Las mujeres que lo habían hecho creían que sí lo era, pero la mayoría de las mujeres (30%-35%) opinaron que era extremadamente inaceptable.

Evaluación: Las mujeres encuestadas completaron cuestionarios que evaluaron lo siguiente:

Frecuencia de Foodie Calls: Se les preguntó si alguna vez lo habían hecho. Si respondían afirmativamente, se les pedía que estimaran cuántas veces lo habían hecho. Finalmente, calificaron la aceptabilidad social sobre este tipo de práctica.

Tríada oscura: Las encuestadas respondieron también preguntas diseñadas para evaluar el grado de maquiavelismo, psicopatía y narcisismo. Las preguntas de este cuestionario evaluaron tambén el respaldo de las encuestadas a los roles tradicionales de género. Entre estos, por supuesto, estaba la creencia de que es deber del hombre pagar todos los gastos en una cita. Además, fue la combinación de los tres rasgos, y no ninguno de ellos en particular, lo que mejor predijo el comportamiento de las mujeres que realizaron las Foodie Calls. El estudio indica que guarda una relación muy importante, ya que estos factores implican engañar a otra persona para su propio beneficio (maquiavelismo), falta de empatía y remordimiento (psicopatía) y un sentido de derecho (narcisismo).

Para ambos grupos, aquellas que hicieron Foodie Calls obtuvieron una puntuación más alta en los rasgos de personalidad de la "tríada oscura". "Varios rasgos oscuros se han relacionado con el comportamiento engañoso y explotador en las relaciones románticas, como aventuras de una noche, fingir un orgasmo o enviar imágenes sexuales no solicitadas", señalaba Brian Collisson, uno de los autores del estudio.

Los números. Entre el 23% y 33% de las mujeres indicaron en las dos encuestas que habían acudido a una cita solo por el hecho de comer gratis, mientras que el 77% no. De las que lo habían hecho, la mayoría indicó que lo hacían ocasionalmente (27%), muy raramente (26%) o raramente (21%). Solo una cuarta parte de las mujeres indicaron que lo hacían frecuentemente (15%) o muy frecuentemente (10%). En promedio, las mujeres que habían cometido este acto poco ético lo habían hecho hasta 4,62 veces.

La encuesta se realizó a través de Amazon Mechanical Turk. Hay que mencionar que esta plataforma de crowdsourcing (micro-pagos por tareas simples) es utilizada principalmente por personas de bajos recursos en EEUU e India. Sin embargo, la investigación omite indicar las características de la población que utiliza como referencia y a la que se podría extrapolar el estudio. Al omitir este dato queda implícito que el estudio tiene como base una muestra heterogénea de mujeres por lo que se puede extrapolar a las mujeres en general. Otro dato a tener en cuenta es que el estudio ha sido publicado por psicólogos de la Azusa Pacific University, una universidad de carácter evangelista.

Aunque el estudio no sea del todo representativo y no se haya evaluado el mismo tipo de prácticas en otros géneros —ejemplo de que los roles de  género en las citas están más arraigados de lo que pensamos—para  realizar una comparativa, sí es indicativo de que los engaños pueden existir donde menos te lo esperas, ya sea en Internet o en esa cita que  con tanta ilusión esperabas.

Aquella vez en la que en Francia se puso de moda llevar el peinado de los guillotinados

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Aquella vez en la que en Francia se puso de moda llevar el peinado de los guillotinados

Cuando el tercer estado francés decidió constituirse como Asamblea Nacional durante la primavera de 1789 pocos podían intuir los dramáticos acontecimientos que tendrían lugar poco después. En un breve periodo de tiempo, Francia saltó por los aires. Las calles de París arderían. La monarquía quedaría supeditada a la soberanía nacional. Las grandes naciones monárquicas europeas iniciarían veinte años de guerra contra la República primero y el Imperio después.

En el camino, miles de personas perderían la vida, entre ellas Luis XVI y toda su familia. En un momento dado de la revolución, el conteo de ejecuciones y depuraciones sería tan alto que, tiempo después, aquel periodo sería bautizado como "El Terror".

Su principal protagonista fue un hombre largamente recordado por la memoria popular: Maximilien Robespierre, líder de la Convención Nacional y jacobino radical. Bajo su mandato se alcanzaría el punto de no retorno revolucionario, el culmen de la violencia y de la demolición de la estructura tradicional de la sociedad y del estado francés. Más de 16.000 personas serían ejecutadas, la gran parte guillotinadas, durante el "Terror".

Una huella que marcaría profundamente a Francia y que cambiaría al país para siempre. Los revolucionarios más radicales dirigieron su ira contra opositores, monárquicos, contrarrevolucionarios y muy especialmente aristócratas. Durante siglos, Francia había estado gobernada por una élite reducida de terratenientes, nobles y figuras próximas a la Corona. Un cuerpo reducido de grandes fortunas y viejas familias que observarían su mundo arder entre 1789 y 1815.

Porque un cuarto de siglo después, Francia volvería a ser, al menos nominalmente, el país que siempre había sido: una monarquía. La derrota de Napoleón en Waterloo puso fin a más de dos décadas de violencia, revolución y conflicto armado. Y restauró a los borbones, entregando la corona a Luis XVIII, primer rey constitucional de Francia. Durante su reinado, la aristocracia volvería a configurar el poder dominante del país.

En aquel proceso, la memoria jugaría un rol fundamental. Los hechos acaecidos entre 1789 y 1815 jamás serían olvidados por las clases pudientes europeas, mucho menos las francesas. Prueba de ello son sus esfuerzos por neutralizar cualquier conato revolucionario y liberal surgido tras el Congreso de Viena, como el levantamiento de Riego. Pero también su recuerdo a los perdidos, su mirada hacia "El Terror".

Caricatura Una recreación de los peinados "a la guillotina".

El ejemplo más paradigmático de esto es la moda. Durante los años inmediatamente posteriores a la revolución, las familias pudientes y los aristócratas franceses iniciaron una suerte de ritos sociales y festivos de lo más peculiares, a menudo envueltos en una bruma de secretismo y opacidad. El estilo de "los guillotinados", o lo que es lo mismo, ropajes, peinados y accesorios que rememoraban de forma macabra a los caídos durante los años del Terror.

Los bailes de las víctimas

Como se explica aquí, el principal homenaje rendido a las víctimas de Robespierre y de la locura revolucionaria eran los "bals des victimes", o bailes de las víctimas. Convites, fiestas y bailes privados donde lo primero que debía hacer el invitado, cuyos padres o familiares debían haber sido ejecutados durante el Terror, era saludar a los presentes agachando bruscamente la testa, al modo de una cabeza desmembrada por la afilada hoja de la guillotina.

Aquellas festividades estaban preñadas de numerosas referencias a la violencia revolucionaria. Por ejemplo, se cree que las mujeres tendían a llevar chokers o collares de color rojo, en referencia a la sangre que brotaba del cuello de los guillotinados por los jacobinos. También que muchos de los ropajes femeninos estaban inspirados en las prendas vestidas por Charlotte Corday, asesina de Marat, en el momento de su ejecución. Grandes camisas rojas, por supuesto.

Los bals des victimes tenían lugar en un contexto de relativa moderación. Durante los años posteriores al Terror jacobino, algunos nobles y aristócratas recuperaron parte de sus posesiones, confiscadas por los elementos más radicales de la Revolución. Así, los bailes se preñaban de un aire nostálgico y decadente en un tiempo en el que ciertos sectores más conservadores de la Francia urbana y elitista reaccedía a su posición y su fortuna, si acaso veladamente.

Chokers

En este proceso, los bailes evolucionaron desde en carácter austero y llano hasta otro mucho más barroco y fantasioso. Mujeres y hombres intercambiaban atuendos, en ocasiones vulgares, rememorando los ropajes de los prisioneros de la Revolución. Posteriormente, las mujeres tenderían a reproducir el estilo de las "maravillosas" ("merveilleuses"), muchísimo más engolado y lujoso, inspirado en el arte greco-romano, en una reacción extrema a la base ideológica del proyecto revolucionario y en una reafirmación del orgullo aristocrático.

De singular fama serían los peinados de muchas mujeres en los bailes, más cortos de lo habitual para las tradicionales aristócratas del país. Aquel estilo, bautizado como "coiffure à la victime" o "coiffure à la Titus", mimetizaba los cortes bruscos y ralos a los que miles de prisioneros y prisioneras fueron sometidos a las puertas de su ejecución. Los verdugos así lo preferían porque la presencia de largas melenas suponía un problema logístico mayor a la hora de activar la guillotina.

El peinado, además, favorecía la prominencia del cuello, en fantasioso fetiche para los invitados a las fiestas. El cuello se convertía así en un símbolo del martirio de miles de ejecutados y en un icono de la rebeldía aristócrata contra las facciones más radicales de la Revolución. Aquellas mujeres que no deseaban cortárselo, sin duda una opción radical, optaban por recogérselo en elaborados moños.

Cuello

¿Cuánto hubo de real y cuánto de mito en los "bailes de víctimas"? Es incierto, y algunos historiadores han puesto en duda su mera existencia, fruto quizá de la leyenda oral post-revolucionaria. Sí se sabe que la aristocracia parisina adoptó una peculiar subcultura hedonista y extravagante hasta la llegada de Napoleón, y que el Terror imprimió un profundo trauma en la memoria de las clases acomodadas. Hechos que casarían bien con la celebración de tan macabras festividades.

Serían los bailes, pues, una de las tendencias más góticas y siniestras que hubiera dado la moda occidental durante los últimos siglos. Celebraciones donde disfrazarse de una víctima, de un cadáver guillotinado y ensangrentado, se convirtieron en la tendencia dominante.

Las Crocs vuelven de entre los muertos: en 2020 han aumentado sus ventas un 53%

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Las Crocs vuelven de entre los muertos: en 2020 han aumentado sus ventas un 53%

El 2020 ha traído muchas cosas malas. También el retorno de las Crocs. Según un estudio de NDP con datos de Estados Unidos, en este curso las ventas de zapatos de vestir han caído un 60% mientras que las zapatillas han aumentado un 70% y los zuecos un 22. En esta última categoría se encuentran casi sin ningún tipo de competencia el calzado más descaradamente feo del mercado.

El boom: la agonía del zapato parecía haber tocado fondo en 2009, cuando pasaron en un solo año de ganar 200 millones de dólares de beneficios a generar pérdidas de 200 millones. Desde entonces la compañía ha ido sobreviviendo, con pequeños crecimientos y decrecimientos. En 2014 llevaron a cabo una profundísima transformación, cerrando tiendas y externamizando a países en vías de desarrollo la fabricación. En 2017 entró un nuevo director ejecutivo, Andrew Rees, y gracias al golpe de suerte de la pandemia ahora su plan está dando sus frutos: las ventas en los últimos 12 meses han aumentado un 53% y esperan que este 2021 el total de ventas aumente aún más, entre un 20 y un 25% extra.

La “casualización” del consumo: a este concepto ha achacado su nuevo CEO este soplo de aire. La casualización de la moda se ha manifestado también en otras prendas y marcas: los pantalones grises de chándal han sido una pieza muy socorrida (el único fenómeno de masas de moda de este año, en realidad), así como leggins o cualquier otro tipo de prenda inferior amplia y cómoda, y las zapatillas de andar por casa, hermanas de la chancla espumosa protagonista de esta pieza. Las chaquetas formales han sido también tímidamente beneficiadas, tal vez por el impulso de las reuniones invernales al aire libre. Nada de esto debería quitar mérito a los de Crocs. Según NPD, que analiza 30 marcas de zapatos, ellos fueron los únicos en aumentar sus ventas entre marzo y abril.

Haciendo bonito lo feo. Desde la crisis financiera el plan de Crocs ha sido el mismo: introducirse al máximo posible como referencia estética del ugly style. Hace dos años los traperos las llevaron durante un tiempo, han hecho colaboraciones esporádicas con Zara, Urban Outfitters o incluso Balenciaga para volver al redil. Poco a poco se fueron deshaciendo de la carga de sus directores predecesores, dos tipos sin ninguna experiencia en el mundo del retail, que habían decidido apostar por la sobreproducción de un calzado cómodo e indestructible, mientras que la nueva dirección ha abrazado el estilo del resto de compañías de sneakers actuales, a saber menos productos pero más variedad de estilos y ediciones especiales y de lujo para dar notoriedad a la marca en los círculos de coleccionistas.

Parece ser que en 2020 ha terminado de cuajar: colaboraron con Justin Bieber, Bad Bunny y Post Malone, quienes cuentan con una línea exclusiva de los zuecos. Las crocs de KFC son dignas de verse, y por supuesto su edición limitada online se agotó en menos de media hora (las de Bad Bunny en 15 minutos). Loz Zs, para los que estos feísimos zapatos no tienen la carga histórica que para la gente más mayor, están dejando ver sus pies cubiertos por ellas en los reels de TikTok. Así, poco a poco la juventud vuelve a cometer el mismo error que sus antecesores.

I’m Not a Cat, o cómo un abogado que no sabía manejar filtros nos dio la llamada de Zoom perfecta

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I’m Not a Cat, o cómo un abogado que no sabía manejar filtros nos dio la llamada de Zoom perfecta

Dos segundos de videollamada y el juez Roy B. Ferguson, de la Corte 394 del Distrito Judicial en Texas, se tiene que poner las gafas y acercarse a la pantalla para comprobar que no le engañan sus ojos. Sí, en esta vista previa civil rutinaria ha entrado un gato. Vale, no es un gato, es una persona con un filtro facial de gato. “Señor Ponton, creo que tiene un filtro activado en la configuración de video”. El mínimo mira a la esquina de la pantalla y, con ese sencillo gesto, da vida a la mejor pieza cómica viral de lo que llevamos de 2021.

Judge Ferguson, consciente de su rol histórico, es el que dio en Twitter la pista a sus seguidores de dónde buscar el clip que estaba convenientemente subido a YouTube. Con la idea, eso sí, de que todos conozcan que estas situaciones no deberían ser usadas para burlarse de los profesionales de la justicia, sino para recordar los desahogos cómicos que a veces se producen por culpa de una dedicación incansable incluso en los tiempos más difíciles.

Duró menos de un minuto, pero ni un guionista de Parks and Recreation hubiese sido capaz de hacer un mejor sketch, con un timing cómico perfecto, de los avatares del trabajo público pandémico. “Augggh”, se lamenta el gatito, con una voz de doblaje de un señor mayor con un timbre lastimero. El gatito pone un mohín. “¿Puede oírme, juez?”. H. Gibbs Bauer, el otro abogado y testigo de parte, se recoloca en su asiento y atusa su corbata (quién sabe cómo o dónde acabará todo esto). "No sé cómo quitarlo”, dice el primo de Paddington, “tengo a mi asistente aquí y lo está intentando. Estoy listo para seguir con la vista”. Acuciado por una repentina angustia sartriana, apostilla de manera definitiva: “Estoy aquí conectado pero no… No soy un gato”. 43.000 retuiteados en poco más de doce horas, sabe Dios cuántas reproducciones habrá generado cada persona.

En un fenómeno muy similar al que ocurrió años atrás con el famoso padre de la BBC, Rod Portón confirma que han intentado contactar con él cientos de reporteros de todo el planeta en las últimas horas. “Si puedo hacer que la gente se ría un rato en estos tiempos difíciles por los que estamos pasando, me alegra dejar que lo hagan a mis expensas”, dijo en una entrevista telefónica con The New York Times. La audiencia 394 pudo reconducirse segundos después de lo que vimos sin mayores contratiempos, como llevan haciendo los jueces texanos y los del mundo entero desde hace ya casi un año.

"150 Happy Meals de Pokémon por 650 euros": los millennials arrasan con la última promoción de McDonald's

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La locura por Pikachu, Charmander y Squirtle comenzó hace mucho. Casi todos corrimos a las tiendas de Nintendo a comprar el cartucho para la Game Boy, coleccionamos los tazos que venian en los paquetes de Matutano y ya con unos años de más revivimos la nostálgica época de Pueblo Paleta con Pokémon Go, convertido en un fenómeno de masas.

Admitámoslo, en Occidente somos unos freaks de esos dibujos japoneses de tipo fuego, agua o eléctrico. Y su merchandising está por todas partes: en camisetas, funkos, cartas intercambiables o en la misma estantería de ElRubius.

Tal es la locura de los millennials por Pokémon que incluso el gigante de comida rápida McDonald’s no puede entender lo que ha pasado con sus Happy Meal. O más bien, por qué del día a la mañana todo el mundo hace cola para conseguirlos. Y no precisamente por la hamburguesa de carne y queso que incluye el menú. Mucho menos por el petit suisse.

La compañía del payaso Ronald ha decidido celebrar el 25º aniversario de la famosa franquicia de anime y videojuegos Pokémon con una promoción que convierte la icónica caja de Happy Meal en la cara de Pikachu e incluye una sorpresa dentro: varias cartas coleccionables de Pokémon. Sí, esas que han vuelto a ponerse de moda después de 15 años y que hace poco protagonizaron uno de los últimos vídeos de ElRubius, pudiendo costar hasta 200.000 euros únicamente la carta de Charizard brillante (aunque no te ilusiones demasiado porque estas cartas de precio desorbitado no se encuentran en la promoción).

¿Qué ha sucedido entonces con McDonald’s? Pues que los fans han empezado a comprar Happy Meals en masa para conseguirlas. Muchos de ellos han madrugado para hacerse con tres o cuatro cajas. La comida no importa, muchos de ellos la tiran. Algunos, de hecho, en su buena voluntad, regalan la comida que no quieren a las personas sin hogar y se quedan solo con el regalo. Como este señor, que compró nada más y nada menos que 10 cajas de Happy Meal sin intención de probar bocado.

Lo que te puede tocar dentro de cada Happy Meal es uno de los cuatro sobres diferentes de cartón con estampados de Pikachu en diferentes posiciones que contienen a su vez un sobre con 4 cartas promocionales del 25 aniversario (pudiendo incluir algunas brillantes) y un regalo aleatorio. Estos pueden ser pegatinas o dibujos. En total, se pueden obtener hasta 50 cartas intercambiables dentro de los Happy Meals.

¿Y los niños? Pues parece que la fuerza millennial tiene demasiado poder y están dejando a los pobres chavales sin su regalito de Pokémon. Algunos padres, indignados, se han quejado de que no han dejado nada para sus hijos. Algunos McDonald’s están incluso imponiendo restricciones a la compra de Happy Meals para evitar que cada persona compre más de cinco.

"McDonald’s, no permitáis que la gente compre Happy Meals de Pokémon al por mayor. Nadie tiene más de 5 hijos. Dejad que el público en general tenga una oportunidad", criticaba un usuario en Twitter.

Pero la picaresca, cómo no, está en todos lados. Algunos listillos que sí han conseguido comprar cientos de cajas en diferentes establecimientos de McDonald’s están revendiendo las cajas y sus regalos por Internet para obtener beneficios. Es el mercado negro de Happy Meals con sorpresa de Pokémon. En sitios web como eBay, cajas enteras de tarjetas o paquetes sellados cuestan cientos de dólares. La ficha de un artículo reza así: "Pack de 150 Happy Meals por 800 dólares".

Y ya no está claro si las cajas se están comprando entre bastidores o si los empleados las están robando para venderlas por su cuenta. Otro usuario publicaba esto: "Espero que llevéis a cabo algún tipo de control de inventario para los Happy Meals de Pokémon promocionales, ya que algunas de sus existencias se venden en cajas selladas, lo que significa que ni siquiera están llegando a las tiendas".

Ya hemos hablado en Magnet sobre cómo la nostalgia a veces es la mejor forma de marketing, sea reintroduciendo el Nestlé Jungly en el mercado o revendiendo las consolas retro de hace décadas. Y es indiscutible que McDonald’s lo sabía muy bien antes de lanzar la promoción que ha llenado sus establecimientos en plena pandemia. Seguimos siendo vulnerables al encanto de aquel roedor de color amarillo que nos acompañó en la infancia. Pokémon es y será siempre un fenómeno de masas.

Adiós al placer culpable: los adolescentes están dejando el alcohol, las drogas y el sexo

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Adiós al placer culpable: los adolescentes están dejando el alcohol, las drogas y el sexo

Hubo un tiempo no muy lejano en el que los ritos de paso juveniles consistían en probar el sexo, el alcohol, el tabaco o las drogas por primera vez. Son decenas las películas y los libros que han asociado tales clichés a la transición hacia la madurez. No parece seguir siendo el caso: diversas tendencias apuntan a un descenso de los placeres culpables que marcaron la cosmovisión adolescente durante el siglo XX. Los jóvenes del siglo XXI parecen estar perdiendo el interés en el vicio adulto.

¿Qué? Estados Unidos marca la pauta: las estadísticas recopiladas por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades entre 1991 y 2017 evidencian un claro descenso en el consumo de alcohol o tabaco. Es también  es válido para el sexo. Los consumidores frecuentes de alcohol entre los adolescentes han pasado del 80% al 60%; los de tabaco, del 70% al 39%; y los de drogas, del 24% al 19%. También practican menos sexo: del 54% al 39%, una tendencia especialmente aguda entre los hombres.

¿Los demás? También. Las cifras globales de la Unión Europea apuntan a tendencias muy similares en el resto de países occidentales. Mientras en 2002 el 46% de los adolescentes declaraba haber comenzado a beber antes de los 13 años, en 2014 tan sólo lo afirmaba el 28%. La caída es particularmente drástica en países como Inglaterra o Dinamarca, donde el consumo ha pasado del 50% al 10% y al 20% respectivamente. La cifra entre las adolescentes es aún más baja.

¿España? Son estadísticas que ilustran patrones a gran escala, pero que también se contradicen. Los números de la UE apuntan a un descenso en el consumo entre españoles, pero otros estudios nacionales, como EDADES, indican que el número de consumidores jóvenes se mantiene. Cuando no aumenta. Esto sí contrasta con el tabaco: su uso entre los jóvenes españoles ha caído un 40% desde los noventa.

Tendencias. Pese a la disparidad de cifras, algo parece claro a nivel global: el consumo de sustancias entre los jóvenes ha cambiado. El uso frecuente y semanal se ha desplomado, al tiempo que han surgido otras formas de ocio. A partir de la veintena, los españoles tienden a concentrar su ingesta de alcohol en un periodo muy corto de tiempo. El binge drinking ya es común entre el 40% de los veinteañeros. A grandes rasgos, el descenso de consumo de alcohol y tabaco es bueno.

Cuanto más sabemos de ambos, peores parecen para la salud.

¿Y el sexo? En EEUU, sólo el 7% de los veinteañeros lo practican entre dos y cinco veces a la semana. Para todos los demás es aún más esquivo. Mientras el 15% de los jóvenes entre 20 y 24 años hoy no han tenido pareja sexual desde los 18 años, el porcentaje era del 6% para la generación de los años sesenta. Es decir, la frecuencia de las relaciones sexuales se está hundiendo entre los adolescentes. ¿Por qué? Es una buena pregunta. En el resto de Europa la tendencia es similar.

Un modelo quizá sea Japón, y no para bien a tenor de sus dramáticas perspectivas demográficas: el 43% de las personas entre 18 y 34 años sigue siendo virgen. Un 13% más que hace diez años. En EEUU, el 60% de los adultos menores de 35 años no tiene pareja. A largo plazo, es un problema para la fertilidad.

Imagen: Unsplash

"No hacer nada" está de moda: entre el acto de resistencia y el privilegio de unos pocos

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La pandemia ha generado o mucho tiempo libre o muy poco. El teletrabajo y las menores obligaciones sociales han expandido las mañanas y los fines de semana de algunos, mientras los cuidadores y los trabajadores de la gig economy están exhaustos por las constantes demandas y solapamientos del trabajo y el hogar.

No puede sorprender a nadie, por tanto, que no hacer nada sea tendencia. Conceptos como "niksen", no hacer nada en holandés, o "invernar", descansar en respuesta a la adversidad, se han instalado en el léxico del wellness. No hacer nada se ha convertido incluso en una forma de aumentar la productividad, alineando el trabajo práctico con una cultura de conectividad permanente que busca optimizar cada minuto que pasamos despiertos.

Aunque tales recomendaciones suelen dirigirse a los privilegiados que tienen los recursos para controlar su tiempo, no hacer nada  también puede ser una forma de resistencia ante la maquinaria capitalista. Cómo no hacer nada, el libro superventas de la artista Jenny Odell, defiende un uso del tiempo libro que construya comunidades cohesivas mediante las relaciones con el entorno local antes que con el teléfono móvil.

En otras palabras, hay una ética de la ociosidad. Y los debates sobre ello se remontan miles de años en el tiempo, a filósofos y teólogos que distinguían entre la ociosidad cívicamente consciente, u "otium", y la pereza, o "accidia". Aunque ociosidad y vagancia han sido tanto elogiados como vilipendiados, una tensión central recorre la historia central de la holgazanería desde el Imperio Romano hasta nuestros días. ¿Qué obligaciones tienen los humanos para con la sociedad? Y sólo porque puedas no hacer nada, ¿deberías?

Muchos antiguos romanos menospreciaban el otium al considerarlo una desconexión política que amenazaba a la estabilidad de la República (su opuesto, "negotium", es la raíz de la palabra "negociación").

Otros, sin embargo, deseaban recuperar el ocio y la holgazanería como fines políticos positivos. Cicerón y Séneca defendieron el otium como una forma de cultivarse a uno mismo útil para la sociedad. Argumentaron que el estudio apropiado de la historia, de la política y de la filosofía requería tiempo al margen del ajetreo diario de la ciudad. Los ciudadanos que aprendieran sobre estas materias podrían contribuir a la paz y a la estabilidad de la República. Ambos se cuidaron de distinguir entre el otium de los estudios y la vagancia de las indulgencias hedonistas, como el alcohol o el sexo.

Ciceron Medio A Cicerón, en el medio, la vagancia le parecía genial siempre y cuando fuera para algo.

La sociedad cristiana medieval dividió de forma más estricta los dos tipos de ociosidad. Las comunidades monásticas se encargaban del "Opus Dei", del trabajo del Señor, entre las que se incluían actividades que los romanos hubieran definido como otium, entre ellas la lectura contemplativa. Pero el sistema medieval de vicios y virtudes también condenaba la vagancia. Geoffrey Chaucer la definió como "el albañal de todos los malos e inocuos pensamientos, de todas las murmuraciones, necedades e impurezas".

La ociosidad distraía de muchos tipos de trabajo: las tareas económicamente productivas, del trabajo espiritual de penitencia y de las "buenas obras" de caridad que asistía a los miembros más vulnerables de la sociedad.

Una crítica también moderna

Esta división entre el beneficioso otium y la reprensible accidia inspiró nuevas críticas en la era industrial. El economista y sociólogo decimonónico Thostein Veblen señaló con agudeza que el ocio era un símbolo de estatus que distinguía a quienes tenían de quienes no. Veblen contaba al "gobierno, la guerra, la práctica religiosa y el deporte" entre las principales actividades de ocio disfrutadas por las élites capitalistas. En esencia, Veblen condenaba las clásicas actividades de aprendizaje y ocio medievales con la saña antaño reservada a la vagancia.

Al mismo tiempo, otros interpretaban hasta las más holgazanas formas de ociosidad como un acto de resistencia a los principales males de la modernidad. Robert Louis Stevenson hallaba en la ociosidad un antídoto al esfuerzo capitalista que familiarizaba al ocioso con lo que él llamaba "los cálidos y palpitantes hechos de la existencia", un tipo de experiencia inmediata de la humanidad y del entorno natural que de otro modo quedaba anulada por la participación en la maquinaria capitalista.

Si la opinión de Stevenson sobre la ociosidad tenía cierto diletantismo irónico, Bertrand Russell hablaba muy en serio. Veía en el tiempo libre y el debate la solución a los graves conflictos ideológicos de los años treinta, entre el fascismo y comunismo. Desde su punto de vista, lo que él orgullosamente definía como "vagancia" promovía un hábito intelectual virtuoso que incentivaba el discurso deliberativo y protegía frente a los extremismos. Sin embargo, conforme el siglo XX avanzó la productividad se convirtió de nuevo en un marcador de estatus. Las largas horas de trabajar y un calendario a rebosar dotaban de prestigio (e incluso virtud) una vez juzgadas desde los valores capitalistas.

Bajo esta divisiva concepción de la ociosidad subyace su paradoja central. Por definición es inacción, de improbable influencia en el mundo.

No Hacer Nada (Nick Night/Unsplash)

Aún con todo, huir de la rueda de hámster de la productividad es posible avivar ideas que cambien el mundo. El verdadero pensamiento y reflexión requiere tiempo al margen del "negotium". Un foro de Reddit celebra los pensamientos que surgen en la ducha, mientras la mente deambula hacia ninguna parte, y las compañías de Silicon Valley ofrecen temporadas sabáticas para impulsar la innovación. Pero es difícil juzgar desde el exterior si la ociosidad es hedonista o edificante.

Si bien el repentino interés por la ociosidad de hoy en día se presenta a sí mismo como la panacea de una condición moderna muy peculiar resultado del confinamiento y de la omnipresencia de la tecnología, suele fracasar a la hora de enfrentarse a las implicaciones políticas de sus ideas. Dormir más, disponer de tiempo para las aficiones propias y alejarse de las tareas mundanas restaura cuerpo y alma y promueve la creatividad. Pero muy a menudo la interpretación que el movimiento wellness hace de la ociosidad (una reformulación del pecado medieval de la pereza como virtud) sólo refuerza sus privilegios.

En el peor de los casos, recomienda productos y experiencias extrañas (desde almohadas para ojos hasta caros retiros anti-agotamiento del trabajo)  para aquellos que disponen de medios y de tiempo, aislándoles aún más del resto de la sociedad.

De modo que, ¿deberías no hacer nada? Cualquiera que sea tu elección deberías saber que la ociosidad personal tiene una función diferente de la ociosidad cívica. La primera restaura y renueva, pero también puede conducir a un comportamiento antisocial o explotador. La segunda reconoce nuestra conexión con la sociedad aunque nos hayamos apartado de ella, ofreciéndonos espacios para explorar, jugar y descubrir. En última instancia, esto debería conducir a una sociedad más igualitaria.

Ambos tipos de ociosidad pueden ser un buen social. Pero cuantas más oportunidades tengan las personas para no hacer nada, mejor se sentirá todo el mundo.

The Conversation

Autora: Ingrid Nelson, Amherst College.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.


Antiplanchismo vs. Planchismo: el gran cisma de la sociedad española por la nueva tarifa eléctrica

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Antiplanchismo vs. Planchismo: el gran cisma de la sociedad española por la nueva tarifa eléctrica

Dicen que cuando el sabio señala el cielo, el tonto mira el dedo, pero esta vez vamos a seguir el enfoque desaconsejado. Con el anuncio de los cambios en la tarifa eléctrica de estos días y los consiguientes nuevos hábitos que el Gobierno quiere promover entre los consumidores, se ha planteado cómo podríamos ahorrarnos un buen dinero planchando a las tres de la mañana (este pequeño electrodoméstico en uso consume lo mismo que, por ejemplo, nuestro aire acondicionado). Lo importante sería hablar de los profundos problemas de nuestro sistema eléctrico, pero lo que ha entretenido a las masas tuiteras ha sido lo segundo: ¿acaso no ahorramos más dinero no planchando en absoluto?

Y de la broma a la discusión: dos fragmentos de la población que hasta ahora no sabían que existían se han encontrado. Unos alucinan con que no sea de minorías disfuncionales lo de no conectar nunca jamás ese electrodoméstico. Preguntaban, asombrados: ¿y qué hacéis con las sábanas, las ponéis sin planchar? El frente contrario, tan anonadado como el otro, sufría un ictus sólo de pensar que no es que haya personas que pierden el tiempo repasando camisas, sino que lo hacen también con esas prendas caseras que nadie más que tú va a ver. Gente a la que el grupo pro arrugas podrá llamar a partir de ahora villanos climáticos.

¿Planchamos? ¿Cuánto planchamos? ¿Con qué frecuencia? Una encuesta personal con el rigor de la universidad de Jarbar (y con un sesgo de muestra favorable a los adultos culturetas) dice que el 42% ha dejado de hacerlo por completo mientras que más de un 28% sólo lo hace un par de veces al año. Otras encuestas algo más formales dictan que el 89% “no quiere ponerse ropa sin planchar”, pero ahora bien, si la cosa es tener que planchar uno mismo, 7 de cada 10 aseguran que es la peor tarea del hogar, incluso por detrás de limpiar los baños, una afirmación que también se refleja en otros sondeos británicos y estadounidenses. Para Norteamérica, una encuesta encargada por la asociación del pequeño electrodoméstico desveló una década atrás que un 41% de usuarios planchaba una vez al mes o menos.

Sí se venden menos planchas, al menos en Estados Unidos. Según NPD, las ventas al grupo de personas de entre 18 y 44 años han caído en los últimos cuatro años a un ritmo medio de un 3.5% interanual.

¿Y si planchar ya no tiene sentido? Y no lo decimos por una cuestión estética, sino funcional. Lo practicaban culturas de todos los rincones y épocas remontándonos al 400 antes de Cristo, y lo hacían para achicharrar a los piojos que causaban una tríada de jinetes del apocalipsis, el tifus, la fiebre de las trincheras y la fiebre recurrente epidémica, que en conjunción le han costado a la humanidad más muertes que todas las guerras juntas, según cuentan en este artículo científico. La idea, pues, era que el paseante con la ropa bien planchada era sinónimo de vecino saludable, cautivador, sexy de puro pulcro y bueno para desposar con tus herederos. “En cada hogar, una plancha” se convirtió en lema en 1920, y hasta aquí, cuando sólo un 23% de los que planchan lo hacen con objetivos sanitarios (y que sea probablemente el que más sentido tiene).

El caso es que la ropa de hoy necesita menos repasos. Pamela Norum, doctora en la Universidad de Missouri del departamento de gestión textil y de vestuarios, cuenta que en estas últimas décadas los fabricantes, oyendo el clamor antialisamientos, llevan años incorporando a las nuevas prendas más y más materiales inherentemente lisos, así como también más resistentes al lavado a máquina. El éxito de la cadena Uniqlo, donde utilizan como reclamo mismo para buena parte de su colección de básicos su tecnología de fibras antiarrugas, sería el mejor ejemplo de la respuesta social a un mundo liberado del tedio.

Las multinacionales han abrazado el Orgullo LGBT este mes. Excepto en los países homófobos

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Las multinacionales han abrazado el Orgullo LGBT este mes. Excepto en los países homófobos

Llega el mes de junio y las empresas de todo el mundo interpretan el mismo ritual. Se despojan de sus colores corporativos e incorporan en su lugar las siete franjas multicolor del arcoiris. Lo hacen por un buen motivo: el Orgullo LGBT. El acontecimiento se ha convertido de un tiempo a esta parte en una reivindicación transversal de la igualdad y la diversidad, hasta el punto de la mercantilización de su emblema, el arcoiris. Hoy apoyar la causa, muy aceptada en las poblaciones occidentales, es barato.

Por eso todas las empresas se apuntan. ¿Pero qué pasa allá donde sí tiene un coste reputacional?

El contraste. Circula desde hace unos días por las redes sociales. Algunos usuarios han observado cierta disonancia entre las cuentas europeas y americanas de ciertas multinacionales y sus perfiles en otras regiones del mundo, en especial Oriente Medio (pero no sólo: también Rusia o países de Extremo Oriente. En las primeras, marcas como YouTube, P&G, Mercedes o Microsoft no tienen reparo en vestirse de "arcoiris" para celebrar el respeto, la diversidad, etcétera. En las segundas, sin embargo, su imagen sigue igual. No hay bandera LGBT. No hay guiños al Orgullo.

¿Por qué será? Por un motivo evidente: ni los gobiernos de Oriente Medio ni su opinión pública tienen una imagen muy positiva del colectivo LGBT. En Turquía, uno de los países musulmanes más próximos al orbe cultural europeo, la celebración del Orgullo lleva siendo motivo de controversia y enfrentamiento durante años. En Arabia Saudí, Irán y otras monarquías del golfo la homosexualidad está penada por ley y su existencia se niega por las autoridades (ojos que no ven). Son incontables los episodios de represión a personas o activistas LGBT en todo Oriente Medio.

Paradoja. Llegamos así a la ironía del asunto: las marcas están mostrando su apoyo al colectivo LGBT allá donde resulta menos necesario. En los países donde su defensa abierta del Orgullo sí tendría un impacto real en la vida diaria de las personas (por su impacto mediático y económico y su capacidad para mover las posiciones de gobiernos y público) no se están mojando. Lo cual denota un interés meramente publicitario, no una inversión real en la causa, hasta cierto punto reprochable.

Si Mercedes realmente quisiera ayudar al colectivo podría empezar presionando a Arabia Saudí, por ejemplo, para que deje de represaliar a blogueros por su apoyo a las personas LGBT. No lo hace. No adopta una postura cuando más necesaria resulta (lo cual torna en irrelevante y vacío de contenido su coloreado arcoiris en Europa y EEUU).

El caso Disney. Este tipo de comportamiento interesado lleva años siendo denunciados por el colectivo LGBT. El "pinkwashing", lavar tu imagen pública apoyando la causa sólo de cara a la galería, va más allá del Orgullo. Disney ofrece un buen ejemplo: pese a que ha introducido a personajes homosexuales en sus productos más recientes, aquellas escenas donde su condición sexual se hace explícita (un beso) son recortados en mercados delicados; muchos de ellos, presentados como "el primer personaje gay de Disney" (Elsa, Poe) jamás se identifican como tal.

En su descargo, es cierto que hay series y películas de nuevo cuño (Dance Academy o las nuevas iteraciones de High School Musical) donde la homosexualidad de algunos personajes sí es explícita y reconocible. Pero su radio de comercialización comienza y termina en los mercados occidentales. Allá donde hay riesgo o controversia, no hay LGBT.

Y en política. Por supuesto, esto también se traslada a la esfera política. La Administración Biden ofrece otro ejemplo palmario de la hipocresía que domina a gran parte del discurso público durante el mes del Orgullo. Las embajadas ondearán la bandera arcoiris a lo largo de junio... Pero sólo en los países donde no ofendan. En aquellos donde su aceptación sea más difusa o donde los gobiernos aún la penalicen no se izará. Cualquier capital simbólico que el gesto pudiera tener desaparece.

Para este viaje no hacían falta tantas alforjas.

La gran crisis global del sexo: el 30% de los jóvenes estadounidenses ya no tiene relaciones

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La gran crisis global del sexo: el 30% de los jóvenes estadounidenses ya no tiene relaciones

Es una de las grandes revoluciones silenciosas que están transformando Occidente quizá para siempre: el sexo está en retroceso. Lo hemos abordado en alguna ocasión, y la tendencia, estudio a estudio, sólo parece reafirmarse y crecer más y más conforme pasan los años. Los jóvenes de nuestro tiempo están practicando el sexo en menor proporción a los de antaño. Y estructuralmente nada parece que pueda cambiarlo.

Las cifras. Las ofrece una investigación, amparada en trabajos previos y encuestas recientes, publicada hace un puñado de días. El porcentaje de jóvenes estadounidenses (entre 18 y 24 años) sexualmente inactivos ha pasado del 18,9% entre 2000 y 2002 al 30,9% entre 2016 y 2018. Un tercio de los jóvenes post-adolescentes de Estados Unidos no está practicando sexo, en una tendencia rastreable también en Europa.

Referentes. No es una novedad, pero sí impacta lo rotundo de las cifras. Sabíamos que el 23% de los estadounidenses entre los 18 y los 30 años, una franja de edad ya enmarcada a las puertas de la vida adulta, tampoco estaba teniendo sexo. La muerte del sexo no es exclusiva de las nuevas generaciones (los más adultos, por encima de los 30 o los 50 años también están reduciendo su actividad), pero sí más pronunciada.

La prueba del algodón definitiva: el porcentaje de adolescentes pre-universitarios que ya han perdido su virginidad es hoy del 39%, frente al 51% de 1991.

Explicaciones. ¿Y a qué se debe todo esto? Como explica otro investigador en un concienzudo comentario sobre el estudio, al retraso de la edad adulta. La extinción del sexo coincide no casualmente con un descenso en el consumo de alcohol, de tabaco y de sustancias diversas. Entre 1991 y 2017 el porcentaje de adolescentes que beben alcohol con frecuencia ha pasado del 80% al 60%; que fuman, del 70% al 39%; y que toman drogas, del 24% al 19%. El placer culpable se está acabando año a año.

Es la economía. Los factores que explican este comportamiento son muy diversos, pero hay uno que parece definitivo: la economía. Todo lo anterior coincide con un retraso del inicio de la actividad sexual y afectiva, de la independencia paterna, del matrimonio, del embarazo y de la edad a la que se tiene el primer hijo. No es simplemente lo que los jóvenes toman. Es que están postergando cada vez más todos los ritos de paso.

Es un proceso atado en parte a las condiciones materiales, magras para los millennial. En España, sin ir más lejos, el 37% de los adultos entre 24 y 35 años aún vivían en casa de sus padres en 2015; y muchos de ellos ya aspiran a independizarse sólo cuando hereden. En Estados Unidos, la inactividad sexual ha sido más prevalente durante los últimos diez años entre los jóvenes sin trabajo a tiempo completo. En otras palabras:

Las actividades adultas se refuerzan las unas a las otras. Es más difícil conocer una pareja o tener relaciones sexuales cuando no se es económicamente independiente de los padres. Queda por ver si estas cohortes de hombres jóvenes llegarán al nivel de empleo y otras actividades adultas de cohortes previas. De ser así, su nivel de actividad sexual quizá crezca.

¿Futuro Japón? Hasta entonces, sólo podemos teorizar. O imaginar nuestro futuro en base al presente de Japón, la nación que en tantos sentidos parece adelantar (para bien y para mal) a todas las demás. El 70% de los japoneses no casados entre los 18 y los 34 años no tienen pareja. Alrededor de la mitad de los adolescentes y jóvenes solteros siguen siendo vírgenes. El 45% de las mujeres menores de 24 años no desean tener relaciones sexuales ni ahora ni en el futuro. Un tercio de los menores de 30 años no tiene citas.

Jamás. Nunca. De ningún tipo. Japón es un país cada vez más asexual. ¿Hacia allá caminamos todos en Occidente?

Imagen: Unsplash

Los chicos no están bien: la moda masculina está achicharrando a los hombres en verano

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Los chicos no están bien: la moda masculina está achicharrando a los hombres en verano

Los corsés parecieron inamovibles durante cientos de años. Entre el XVI y el XVII mujeres de la alta sociedad se indujeron, presión social mediante, el desplazamiento de órganos internos, trastornos de digestión y esos famosos vahídos femeninos que impedían a estas damas moverse libremente durante más que unos minutos. ¿Cuál es, en nuestra opinión, el heredero espiritual (aunque sin llegar a las mismas cotas de opresión, desde luego) de esta prenda? El pantalón vaquero o los trajes de varias piezas que llevan millones de hombres entre junio y septiembre.

Hace calor, mucho calor. En Córdoba, en Granada o en Valencia no se puede ni estar, una treintena de ciudades españolas tuvieron en 2020 temperaturas medias un grado o grado y medio superiores a las del período 1980-2010, y no nos cabe ninguna duda de que la cosa no va a ir a mejor, sino a peor, es más, nos dicen que nos preparemos dentro de 30 años para tener en Madrid el mismo clima que en Irak. Las instituciones públicas están trabajando ya en la concienciación de los problemas de salud que suponen las olas de calor, de las que no hay tanta conciencia ciudadana como con las de frío.

Y sin embargo, algo curioso sucede si intentas buscar soluciones de vestuario para el calor en los principales medios de tendencia masculina: no vayas muy ajustado, vale, busca materiales fresquitos y el lino puede ser tu amigo, pero eso sí, ni se te ocurra ponerte pantalón corto para ir a la oficina, y la chaqueta quítatela sólo en el metro. La elegancia en el vestir es arriesgarte a una insolación en pleno agosto.

En pantalones cortos no vengas

Como sabrá cualquier trabajador de oficina, verano es sinónimo de sufrir. “Hago formaciones y asesoramiento a clientes y empresas, y la norma no escrita de llevar pantalones largos y evitar las chanclas está ahí”, nos cuenta un compañero. “El sol y la humedad del verano de Barcelona pueden apretar muy fuerte y dejarte chorreando de sudor con sólo andar cinco minutos por la calle, y mejor no digo lo que ocurre cuando te metes en un bus o en el metro”. Otro consultado: “en una empresa que estuve hubo alguien que intentó ir en pantalón corto y le llamaron la atención enseguida. En realidad, mientras no sea aceptable llevar pantalón corto entre los CEO, el resto pringaremos”. Y pringan.

Si ya es grave que esto ocurra en el ámbito laboral, lo triste es que también ocurre en el civil. Por regla general, aunque hay muchos otros factores que influyen, a más mayor el hombre, más habrá recibido esa educación por la cuál un tío en pantalones cortos es una cosa ridícula y risible. La misma masculinidad del portador puede quedar en entredicho si podemos vislumbrar sus pantorrillas, y de ahí a pagar con una ropa que le puede producir daños a su salud (los hombres sufren más golpes de calor que las mujeres).

El contubernio judeomasónico de la moda influye también poniendo palos en las ruedas del que quiere liberarse: sólo se ven un puñado de opciones, el chino corto de pijos, el vaquero de metalero o el pantalón de Decathlon. Pocas posibilidades para el hombre medio casual. Otro compañero nos reclama: si la Birckenstock ha supuesto una revolución sandálica para las mujeres, ¿por qué este tipo de chancla se ve como una opción denigrante para el portador masculino? ¿Tan ofensivos son los pies del hombre?

Todas las modas de la historia han tenido que ir adaptándose a los cambios de la sociedad o a nuevas circunstancias climatológicas. Las mujeres, por su amplia libertad de expresión física, han podido amoldarse más rápido a distintas circunstancias, el tacón ya no es una herramienta indispensable de trabajo, por ejemplo. Pero los hombres, que pueden dar las gracias a que se esté renunciando al peaje de las corbatas, se resisten más a aceptar el nuevo y abrasador estado de las cosas. No hablamos ya de extender entre los chicos el uso de túnicas o faldas, de entrar en disquisiciones acerca de cómo lo que comprende el buen y mal gusto es, como dirían los sociólogos, un puro constructo social (el rosa era un color de chicos, eran los hombres los que llevaban tacones, etc). Pero enseñar la rodilla no debería suponer, como supone aún a día de hoy para muchos, un acto de valentía. Tampoco en la oficina.

Hagámoslo por nuestros chicos... Y por nuestro planeta

Porque ojo, además están contaminando. De verdad que son todo desventajas. Mucho se compartió hace años un estudio por el que se evidenciaba la desigualdad de género termostática en las oficinas: las mujeres se helaban en la época estival. ¿Por qué? Porque los hombres tienen una temperatura interna más alta que el sexo contrario, pero también por esa tradición multicapilar del vestuario de trabajo masculino, para los que aún es difícil quitarse la chaqueta y que ni en el día casual se atreverían a llevar un top de tirantes aunque sea lo más racional desde el punto de vista ambiental.

Si los hombres se quitaran algunas capas de ropa, la temperatura ambiente de los despachos podría elevarse al menos 3 grados centígrados. Es una proposición radical, pero hay antecedentes: Junichiro Koizumi, primer ministro japonés entre 2001 y 2006, inventó la iniciativa Cool Biz, para que los funcionarios públicos trabajasen en sus puestos en camisas de mangas. En los años siguientes trabajadores de empresas privadas copiaron la iniciativa, y según las cifras oficiales, fueron capaces de ahorrar 1.4 millones de toneladas de emisiones de CO2 anuales, el equivalente a las emisiontes totales durante 15 días de Tokio.

Otro mundo (más fresquito) es posible.

Muerte a los ángeles: por qué Victoria's Secret cambia supermodelos por mujeres "diversas y empoderadas"

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Muerte a los ángeles: por qué Victoria's Secret cambia supermodelos por mujeres

Si solo se nos permitiera citar a una marca como autora y directora de qué ha significado lo sexy en la historia reciente, ella sería Victoria's Secret. Desde su primer desfile en 1995 las supermodelos escasamente vestidas de la casa personificaron el estereotipo más ampliamente aceptado de la feminidad. Impusieron su canon al resto del mundo. Ahora esa misma casa acaba de dar un cambio de 180 grados.

Escisión. Victoria's Secret, al igual que Bath & Body Works, eran dos de las empresas bajo el paraguas de L Brands, pero ahora ambas se separan de la matriz para convertirse en marcas independientes y cotizadas. Ed Razek, el que anteriormente dirigía la casa de lencería, desaparece del mapa después de que se destapasen sus estrechos vínculos con Jeffrey Epstein y la cultura de bullying y misoginia que ejerció durante su reinado. La nueva junta directiva de VS tendrá todos los cargos salvo uno ocupados por mujeres.

Y fin de los Ángeles. Según el anuncio de ayer, desaparecen para siempre estos icónicos referentes de la cultura femenina, un acto lógico si tenemos en cuenta que en 2019 ya se cancelaron los famosos y carísimos desfiles de los mismos. Se ha despedido a todas las modelos, y la nueva compañía ha reconvertido el espacio que ocupaban a uno llamado "VS Collective". Es un cambio estructural. Antes las modelos del mundo peleaban entre sí por ocupar la membresía de este exclusivo club de belleza cuyos únicos méritos era la juventud, la proporción física y la deseabilidad estética. 

Los ángeles, por cierto, firmaban en exclusividad: allá donde fueran representaban a la marca, ellas eran un sinónimo andante de la compañía.

 

¿Y quiénes son estas nuevas mujeres? VS Collective se llaman. Son las siguientes: la refugiada y adalid del wellness Adut Akech; la esquiadora olímpica sinoestadounidense Eileen Gu; la jugadora de fútbol LGTBIQ+ Megan Rapinoe; la fotógrafa y fundadora de #Girlgaze founder Amanda de Cadenet; la modelo y defensora de la inclusión Paloma Elsesser; la modelo transexual brasileña Valentina Sampaio; y la actriz y entrepreneur de 38 años Priyanka Chopra-Jonas. 

Estas mujeres con dilatadas y distintas carreras profesionales no se pasearán por ahí en paños menores, sino que servirán con sus vidas y acciones como embajadoras de marca, como nuevo altavoz para "crear colecciones revolucionarias, contenido atractivo e inspirador y nuevos programas internos y externos en apoyo a causas vitales para las mujeres". Desde hace varios meses la cuenta de Instagram de VS refleja mujeres de enorme diversidad física.

Ha ganado Fenty. O Hanesbrands. O el MeToo, o como queramos llamarlo. La lencería femenina tenía antes dos vías diferenciadas de ingresos, la venta de prendas funcionales y poco glamurosas para el día a día y las prendas aspiracionales, que desplegaba casi en exclusiva Victoria's Secret. Era una ropa concebida para satisfacer más a los hombres que a las mujeres que la llevaban.

 

 

Tarde, bien. Con la llegada de las redes sociales el imaginario de la lencería femenina dio un cambio brusco y empezó a contemplar una fusión entre lo sexy y lo cómodo, o más bien, entre lo bonito y lo cómodo, y pensando más en estimular a las compradoras que a sus parejas. Del tanga al culotte. Esas compradoras, claro, no solían tener una talla 34. La marca ahora lo reconoce: "El mundo estaba cambiando y fuimos demasiado lentos para responder". Y por eso su nueva apuesta suena a vulgar y manida, nada que no se vea ya en cualquier escaparate de un Oysho o un Women’s Secret, pero no deja de ser relevante que haya caído el último bastión conocido de un modelo de belleza que influyó en la manera de diseñar el ideal hacia el que la mitad de la población debía aspirar. 

Dos dudas en el aire: ¿convencerá este tardío cambio a sus (aún muchas) compradoras? Y segundo: ¿será este un cambio cultural permanente o viviremos en el futuro un nuevo auge de las modelos de un IMC inferior a 18?

El "chaletismo" ha vuelto para quedarse: la compra de unifamiliares en España se ha disparado un 60%

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La pandemia ha golpeado a prácticamente todos los sectores económicos, pero sin duda una de las consecuencias brutales que hemos podido observar es cómo ha congelado la actividad del mercado inmobiliario. Y, sin embargo, apenas empezábamos a ver la luz de nuevo, las operaciones de compraventa de vivienda se han ido recuperando poco a poco a los niveles previos a la pandemia durante ya el primer trimestre del año.

Pero la crisis no sólo ha traído consigo un cambio en la oferta y la demanda, sino que también ha modificado las preferencias de los compradores. Y la tendencia muestra un incremento de búsquedas de viviendas unifamiliares. Sí, ha llegado la era del "chaletismo".

Las cifras. Basándonos en los números, podríamos afirmar que la venta de chalets en España vive el momento más dulce desde hace 14 años. Y el Covid ha sido el detonante. Es lo que reflejan las estadísticas del Colegio de Registradores de España: entre enero y abril se ha formalizado la compraventa de 47.536 viviendas unifamiliares en todo el país, un 60% más que en el mismo periodo de 2020 y la cifra más alta desde 2007.

De media, se han vendido casi 400 chalets al día en estos primeros meses del año y respecto a la media de la última década, aumentó en 2,1 puntos porcentuales. En concreto, de todas las viviendas vendidas, un 77,5% fueron pisos y apartamentos, y un 22,5% fueron chalets, villas, bungalows y casas unifamiliares.

La tendencia del "chaletismo". Esta moda va en sintonía con la creciente apuesta por las viviendas de mayor tamaño y con espacio exterior que viene detectando el sector inmobiliario en los últimos meses. Consecuencia directa de los numerosos confinamientos decretados, toques de queda y otras restricciones sanitarias. Sin embargo, algunos expertos del mercado inmobiliario explican que la pandemia sólo ha acelerado una serie de transformaciones que ya se venían produciendo de manera gradual.

Desde hace dos o tres años viene registrándose en España un ligero aumento del interés por las viviendas unifamiliares, frente a la compraventa de pisos de altura. Y el aumento del teletrabajo o la necesidad de espacios abiertos han sido los catalizadores perfectos para levantar este cambio cultural. ¿Moda o tendencia? No está claro. Pero lo que si sabemos es que hay nuevas costumbres que vienen para quedarse y una de ellas es optar por una mejor calidad de vida en el hogar.

Motivos. No faltan. Llevamos más de un año asistiendo a un fenómeno nómada, de trabajadores trasladándose a pequeñas ciudades, pueblos o zonas rurales. A una vida al aire libre. Lo hemos contado en Magnet. La razón más plausible es el hecho de estar más en casa, principalmente por el teletrabajo. Se necesita más espacio: un patio, un porche y por qué no, un jardín o una piscina.

A todo esto se suma que el ahorro de los hogares está en máximos históricos, con una tasa del 14,85% de su renta disponible, según el INE. También influye que actualmente las entidades bancarias están ofreciendo mejores condiciones de financiación, con unos tipos de interés más bajos que nunca. Otra razón que podría justificar el fenómeno al alza es que la vivienda continúa siendo un activo muy rentable para invertir, con el que podemos seguir obteniendo ganancias a través del alquiler.

Más caros. Si bien el precio de la vivienda ya subió una media del 2,1% el pasado año en comparación con 2019 y se trata del séptimo año consecutivo de crecimiento, esta mayor demanda que vivimos también tiene su impacto directo en los precios. El valor de la vivienda de segunda mano subió un 1,6% interanual en enero y un 1,1% en febrero, situándose en 1.771 euros por metro cuadrado, según Idealista.

A pesar de que el incremento general no ha sido excesivo, se ha notado más según el tipo de vivienda. Los chalets han visto crecer sus precios un 3,2% interanual, hasta los 1.547 euros por metro cuadrado de media, mientras que los pisos se han mantenido prácticamente estables, y solo se han movido un 0,7% al alza. ¿Dónde son más caros? Las comunidades que encabezan la lista son La Rioja, con un incremento del 5,6%, e Islas Baleares, del 4%. Andalucía, la Comunidad Valenciana y Cataluña se encuentran en los siguientes puestos.

Con todo, podemos afirmar que el hogar ha pasado de ser un sitio cuyo propósito era dormir, descansar y disfrutar del fin de semana a convertirse en un lugar donde compatibilizar vida profesional y vida familiar. Sin duda, un espacio donde vamos a pasar más tiempo.

De "hallyu" a "K-drama": la invasión cultural coreana ha llegado también a nuestros diccionarios

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Durante las últimas dos décadas, Corea del Sur se ha vuelto un productor masivo de entretenimiento a todos los niveles. Desde el género musical K-Pop de BTS o Blackpink hasta la creación de series como El juego del calamar, la ficción que está arrasando en Netflix. Los coreanos usan el término hallyu para describir ese fenómeno, la "ola coreana" cultural que se ha extendido en Asia y ahora en gran parte del planeta.

Y tal está siendo el impacto, que esa y otras palabras coreanas se han agregado ya a los diccionarios ingleses. Ya forman parte de lo que somos.

Bienvenidas a Occidente. En total, el Oxford English Dictionary (OED) acaba de añadir a su última edición más de 20 nuevas palabras de origen coreano. El OED explicó básicamente que incluir tantas palabras era un reconocimiento del cambio en el idioma utilizado por los angloparlantes. El prefijo "K-" aparece de manera destacada, como era de esperar, ya que muchos extranjeros ahora escuchan K-pop, que se añadió al diccionario en 2016, ve K-dramas en televisión o usa productos de K-beauty.

Las nuevas palabras también incluyen hallyu, el original coreano para la ola de la cultura pop que ha convertido a BTS en una de las bandas más populares del mundo. "El aumento del interés internacional en Corea del Sur y su cultura popular, representado por el éxito mundial de la música, el cine, la televisión, la moda y la comida de Corea del Sur ”, dice el diccionario en su definición. También: "la cultura popular y el entretenimiento de Corea del Sur en sí. Con frecuencia como modificador, como en Hallyu Craze, Hallyu Fan, Hallyu Star".

Qué nos dejan. Como no podía ser de otra manera, la comida también es prominente en la nueva actualización, incluido el banchan, una pequeña guarnición de verduras que se sirve junto con arroz como parte de una comida típica coreana; bulgogi, que son rodajas finas de carne de res o cerdo marinadas y asadas a la parrilla; y dongchimi, un tipo de kimchi hecho con rábano y que normalmente también contiene repollo.

También se suman: Hanbok, el traje tradicional coreano que usan tanto hombres como mujeres; Aegyo, un tipo de ternura o encanto que se considera característicamente coreano; y mukbang, un video en el que una persona ingiere grandes cantidades de comida. No podía faltar el término K-drama, el género de televisión. Y la inclusión de skinship es más sorprendente: vínculo emocional que proviene del contacto físico cercano entre padres e hijos, amantes y amigos.

¿Por qué? "El éxito de las exportaciones coreanas como El Juego del Calamar o la ganadora de 4 Oscars, Parásitos, puede atribuirse a un mayor pensamiento global de los productores culturales”, explica la Dr. Hye-Kyung Lee del King's College London en este reportaje de la BBC. Cuenta que las personas del resto del mundo se identifican con los personajes de sus dramas, a pesar de la diferencia geográfica y de idioma.

De igual manera, sus productos presentan una crítica de la sociedad y las condiciones socioeconómicas, con las que la gente puede conectar. Y tampoco podemos olvidar que Corea del Sur en términos de tecnología y talento, están a la vanguardia y tienen una gran capacidad de producción.

El auge de la cultura coreana. En 2012, el Gangnam Style del rapero Psy arrasó en Occidente como nunca Corea del Sur había penetrado en nuestro mercado. Aquello sólo fue la chispa que prendió la mecha. Llegó a lo más alto de la lista de singles del Reino Unido. Parásitos, por otro lado, es la película de lengua no inglesa más taquillera de muchos países europeos. Y el grupo de pop BTS se convirtió en el primer conjunto coreano en lanzar un álbum que haya encabezado listas en todo el mundo.

El Juego del calamar está actualmente en camino de ser la serie más vista de Netflix y el 95% de su audiencia son de fuera de Corea del Sur. Como explican desde el OED, que hayamos adquirido sus palabras no es otra cosa que “la muestra de cómo los asiáticos en diferentes partes del continente inventan e intercambian palabras dentro de sus propios contextos locales, luego las presentan al resto del mundo, y eso permite que la ola coreana continúe ondeando en el mar de palabras extranjeras”. El hallyu ha llegado.


"Es provocador, pero no afecta a la fe": el día en que C. Tangana provocó un cisma en el catolicismo

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"Yo era ateo, pero ahora creo, porque un milagro como tú ha tenido que bajar del cielo". Tremenda rima para tremenda bachata y tremenda polémica la que nos ha traído C. Tangana con el lanzamiento de su nuevo single y videoclip con la artista argentina Nathy Peluso, "Ateo". Tratándose de El Madrileño, el Pucho, poco nos sorprende que la provocación del simbolismo escondido entre las imágenes iba a pasar desapercibido.

A nadie se le ha olvidado todavía la polémica que levantó Yate y su famosa foto, y menos a C. Tangana. Y es que ya cuesta distinguir al artista del personaje cuando lo vemos en acción. Hoy ha vuelto a ir de cara, y ha dado un paso más adelantándose a las críticas. Tanto que las ha hecho él mismo. Esta misma mañana, millones de españoles seguidores del trapero (si podemos seguir llamándole así) acudían a YouTube para meterse en la nueva historia del artista. Esta vez sin palmas ni sevillanas.

El primer plano: la catedral de Toledo. Segundos después: un culo meneándose a ojos de los curas presentes. Y de fondo: un ritmo latino bachatero que se va encendiendo poco a poco.

“Quiero hacerle religión a tu melena, a tu boca y a tu cara
Y que me perdone la Vírgen de la Almudena
Las cosa' que hago en tu cama”

En ese punto miles ya se habían rendido a los pies del artista. Y otros miles estaban frotándose las ampollas. Después de la imagen de Tangana tirándole del pelo a Peluso, en un gesto interpretable tanto desde un punto de vista de maltrato como de atrevimiento sexual, la polémica estaba más que servida. Tanto, que la misma institución eclesiástica de Toledo acaba de protagonizar un revuelo en redes que demuestra cómo una canción en pleno siglo XXI puede pegar fuerte y no entenderse.

Pero primero, veamos por qué el videoclip ha ido más allá por muchas razones. Primero, volvemos a tener a Miranda Makaroff (que ya salía con el culo en pompa en primer plano en la foto de Yate), la activista trans Elisabeth Duval, Cayetana Guillén Cuervo y, sobre todo, el icono de los debates encendidos de la televisión actual, Josep Prederol. A ellos se sumaban diferentes youtubers, entre los que veíamos a un Brays Efe.

En el vídeo cada imagen polémica funciona, una pose para criticar el espectáculo y el ruido mediático, las críticas en las redes y la audiencia. Y por debajo, la verdadera canción y el verdadero vídeo en realidad sólo nos muestra a Tangana y Peluso bailando en una iglesia. Ni siquiera el sensual baile es más transgresor que cualquiera de la discografía anterior de ambos.

"Déjales que hablen mal, se mueran de envidia"

Y, sin embargo, ni Tangana ni Peluso tenían la más mínima idea de lo que se iba a montar alrededor del videoclip por plasmar todo eso dentro de un templo. El de Toledo, nada menos. Tres horas y media después del lanzamiento, el arzobispo de la ciudad, Francisco Cerro Chaves, lamentaba profundamente la grabación, desaprobaba las imágenes y señalaba que "desconocía absolutamente la existencia de este proyecto y su contenido".

Pero minutos más tarde, el verdadero héroe del día (con o sin capa) aparecía en otro lugar: el deán de la Catedral, Juan Miguel Ferrer Grenesche. Publicaba en redes sociales una carta dirigida a aquellos que se han sentido ofendidos por las imágenes del videoclip y la canción. También una respuesta a su misma institución en la vertiente más conservadora.

El Deán del Cabildo Primado de la Catedral de Toledo justificaba la grabación en el interior del templo. "Presenta la historia de una conversión mediante el amor humano", cuenta. También pedía disculpas por si "a algunas personas les pueda producir desagrado" el vídeo o herir su sensibilidad. “Es cierto que el video utiliza un lenguaje visual provocador, pero no afecta a la fe”.

La fe que hemos perdido en el mundo si creemos que aquellos que han visto a Peluso contoneándose han sentido dudas existenciales durante el transcurso del videoclip. La misma fe que habrán perdido cientos de adolescentes que subirán mañana vídeos a TikTok imitando el baile en el que él la agarra por todo el cuerpo en pose dominante.

Estas escenas en el interior del impresionante monumento toledano fueron grabadas a mediados de septiembre. Y además de los dos protagonistas, en el videoclip aparecen otros actores vestidos de sacerdotes o monaguillos. "A ciertas actitudes de intolerancia contrapone la comprensión y acogida de la Iglesia, tal y como se manifiesta en las secuencias finales'', explicaba el Deán. Razón tiene. Es lo único que choca del videoclip: un final empastado (obligados o no, no lo sabemos) para contentar a la Iglesia.

Pero el pulso, finalmente, aquí lo ha ganado C. Tangana. Tanto el mensajero de Dios como muchos otros, no han podido contener lo que somos y a dónde nos dirigimos: "Es un lenguaje propio de la cultura de nuestro tiempo y se ha atendido al bien que pueda producir en los alejados". Nada se puede hacer para evitar eso. Es el poder de la cultura popular. El de las redes sociales. El de las nuevas generaciones. Las de C. Tangana. Yo también era ateo, pero ahora creo.

Una fiebre de 800 millones de euros: "El juego del calamar" ya es la serie más rentable de la historia

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Una fiebre de 800 millones de euros:

Durante una década fue descartada como grotesca y poco realista. Ahora es la serie más vista de Netflix. Sí, lo que ha conseguido El juego del calamar es un fenómeno mundial que muy pocas veces ocurre. Los videos de TikTok replicando los juegos infantiles se han vuelto virales, los minoristas online se apresuran a vender millones de disfraces de Halloween, las redes sociales arden con debates y noticias de la serie. La serie ha alcanzado el número uno en más de 90 países, incluido Estados Unidos.

Y lo que es más importante: lo que creían que estaba destinado a fracasar se ha convertido en una mina de casi 800 millones de euros.

Ingresos millonarios. Netflix estima que su último megahit, generará un valor de casi 800 millones para la compañía, según cifras consultadas por Bloomberg, lo que subraya los ingresos inesperados que un superéxito puede generar en la era del streaming. Para que os hagáis una idea: sólo las acciones de la compañía han subido casi un 7% desde su lanzamiento el 17 de septiembre, valorando la compañía en 240.000 millones de euros.

Pero es que El juego del calamar no solo destaca por su enorme popularidad, sino por su coste relativamente bajo. La serie surcoreana costó solo 19 millones, alrededor de 2 millones por episodio. Si lo ponemos en perspectiva, costó menos que un especial reciente de Dave Chappelle, o solo un par de episodios de The Crown.

Audiencia récord. Algunas de las cifras se explican por sí mismas y reflejan datos que Netflix publica, pese a la poca transparencia de la compañía en sus métricas. Aproximadamente 132 millones de personas han visto al menos dos minutos de El juego del calamar en sus primeros 23 días, rompiendo el récord de Netflix establecido por Bridgerton.

Si bien Netflix ha revelado la cantidad de personas que comienzan una serie, aún no ha revelado cuántas personas se quedaron para ver más (adherencia) o cuántas personas la terminaron (tasa de finalización). En el caso de la surcoreana, Netflix estima que el 89% de las personas que la empezaron vieron al menos 75 minutos (más de un episodio) y el 66% de los espectadores terminaron la serie en los primeros 23 días.

Apostando por Asia. A pesar de su repentino éxito, en realidad El juego del calamar representa una recompensa de la apuesta de varios años de Netflix por el contenido de Corea del Sur. El gigante del streaming invirtió alrededor de 600 millones de euros en películas y series coreanas de 2015 a 2020. Solo este año, Netflix planea gastar 450 millones de euros.

Eso se compara con alrededor de 350 millones destinados al contenido de India en 2019 y 2020, y los aproximadamente 15.000 millones que Netflix está gastando en contenido en todo el mundo este año. Y la popularidad de la serie surcoreana se produce cuando Netflix se enfrenta a una competencia sin precedentes, con servicios de entretenimiento rivales que buscan éxitos originales que puedan captar la atención de todos los continentes para distinguir sus ofertas.

De relegada al olvido a la gloria. A su creador, Hwang Dong-hyuk, se le ocurrió la idea del programa hace más de una década, mientras vivía con su madre y su abuela. Tuvo que dejar de escribir el guión en el momento en que se vio obligado a vender su ordenador portátil por dinero en efectivo. En aquel entonces, los posibles inversores y actores se irritaban ante los brutales asesinatos y la inverosimilitud de las personas que competían a muerte por dinero. Pero hace dos años, Netflix pensó que las luchas de clases descritas en la serie hablaban de la realidad.

"Cuando la pandemia del Covid golpeó la economía mundial, exacerbó la disparidad entre ricos y pobres. Incluso las vacunas varían mucho en función de si un país es rico o no. El mundo ha cambiado. Todos estos puntos hicieron que la historia fuera más realista en comparación con hace una década”, explicaba Hwang, de 50 años. La serie tuvo que pasar por algunos arreglos antes de convertirse en un éxito mundial por la barrera del lenguaje.  Algunas de las reglas de los juegos coreanos tradicionales se simplificaron y fue subtitulado en 31 idiomas y doblado en 13.

Ahorro en propiedad intelectual. Una de las ventajas de las que parte la serie para conseguir tal rentabilidad reside en que es una producción extranjera. Su coste (19 millones por episodio) con un elenco estadounidense y regulaciones de producción sindical, que previenen las largas jornadas de trabajo permitidas en Corea del Sur, probablemente habría sido de cinco a 10 veces más. Invertir en producciones internacionales locales también ahorra a los estudios de Hollywood la inversión en propiedad intelectual costosa.

Los episodios de series de Disney +, como WandaVision o The Falcon, le cuestan 20 millones de dólares por episodio, más que los nueve episodios de El juego del calamar, y eso no incluye los 2.800 millones que Disney pagó para adquirir Marvel en 2009. La primera temporada de Amazon Prime Video de la próxima serie de El señor de los anillos costará 387 millones. Amazon pagó alrededor de 207 millones sólo por los derechos de la propiedad de Tolkien. El éxito de la serie coreana también puede ser una bendición para los creadores que llevan atrapados en una industria basada en contenido de superhéroes para obtener ingresos fiables.

Y veremos qué pasa si hay segunda temporada...

"Necesitan nutrientes, no carne": la batalla por alimentar con comida vegana a perros y gatos

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¿Pasa el futuro de la humanidad por el veganismo? Algunos datos así parecen apuntarlo. Desatados del campo y pacificadas nuestras costumbres, los humanos del capitalismo tardío interpretamos en los animales algo más que un mero instrumento. Para muchos, cada vez más, comerlos no es una opción. Por una variedad de motivos. Llegue a ser alguna vez hegemónico o no su ascendencia es innegable. Y lo es incluso en los rincones más inesperados de nuestra convivencia diaria.

Como las mascotas.

La pelea. Como vimos hace algunos años, algunos dueños veganos están interesados en trasladar sus elecciones nutricionales a sus mascotas. Es un debate peliagudo porque nuestros condicionantes morales son inexistentes cuando hablamos de perros y gatos. También porque, en el caso de los segundos, su dieta es carnívora al requerir una serie de nutrientes sólo hallables en la carne. Cualquier transición hacia una dieta vegana, ya hablemos de un perro o un gato, requerirá una medición precisa (y una aconsejable visita al veterinario).

De actualidad. Hace algunas semanas una historia se viralizó en las redes sociales británicas: según una ley de bienestar animal promulgada en 2006, las dietas veganas para mascotas podrían acarrear sanciones de hasta £20.000. Muy replicada por los medios sensacionalistas, la noticia respondía a la creciente tendencia de perros y gatos veganos. En rigor, la ley no hacía referencia a dietas "plant-based" sino al correcto cuidado del animal. Uno que, según la Asociación de Veterinarios Británica, no pasaba por una alimentación vegana.

¿Discutible? El asunto tiene miga. En junio de este año, Andrew Kinght, veterinario y profesor en la Universidad de Winchester, publicaba una investigación en el que analizaba el grado de "apetencia" de más de 3.000 mascotas frente a un pienso carnívoro y otro vegano. No encontró grandes cambios en su comportamiento. Los animales se mostraban igual de entusiastas frente a uno y otro, lo que relativizaría el supuesto maltrato en base a la ley de 2006. Kinght consideraba que las dietas plant-based no suponían ninguna carencia (debidamente diseñadas):

Los perros, los gatos y otras especies necesitan unos determinados nutrientes, no necesitan carne o cualquier otro ingrediente. Necesitan un conjunto de nutrientes, y asumiendo que estos son incluidos en dietas lo suficientemente sabrosas como para que deseen comerlas, además de digestibles, deberíamos verles alimentarse correctamente. Y eso es lo que la evidencia científica parece indicar.

El meollo. Para el caso de los gatos, la mascota más delicada, los nutrientes de la discordia son tres: la taurina, el el ácido eicosatetraenoico y las vitraminas A y B12. En la naturaleza sólo pueden hallarlos en otros animales, lo que les convierte en carnívoros. Sí pueden comer vegetales, pero de forma complementaria; aunque les hemos adiestrado durante siglos para ingerir alimentos ajenos a su dieta tradicional, como el atún. Hay muchos fabricantes, como Omni, que presumen de haber incorporados dichos nutrientes en sus piensos veganos.

Los perros son más sencillos. No sólo son omnívoros sino que están 100% domesticados y llevan milenios comiéndose nuestros restos. Hay discordia entre asociaciones, protectoras y científicos sobre el grado de adaptabilidad de las dietas veganas a los animales. Y en cualquier caso, conviene siempre recurrir a productos que hayan pasado los pertinentes ensayos científicos y adaptarse a las necesidades y gustos de tu animal.

Creciente. Se resuelva como se resuelva la batalla, la polémica ilustra una tendencia: conforme más y más personas se hacen veganas, también desean que sus animales lo sean. En Reino Unido el 34% de los dueños tiene interés en alimentos plant-based, ya sea por motivos morales o porque consideran que son más saludables. Esto casa bien con a) nuestra creciente conciencia medioambiental y los riesgos asociados a la producción de carne y b) el progresivo ascenso de las mascotas a un escalafón familiar más alto, merecedoras de nuestros mismos cuidados y privilegios.

Imagen: Felice Wölke

En su empeño por revivir los dosmiles, la GenZ está recuperando los auriculares con cables

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En su empeño por revivir los dosmiles, la GenZ está recuperando los auriculares con cables

Cualquier ser humano nacido entre principios y finales de los años ochenta recordará la década de los '00 con... Extrañeza. Fueron tiempos complicados. Quizá no tanto a nivel político como estético/cultural: aquella fue una época marcada por el incipiente advenimiento de Internet, una en la que el mundo pre-conectado se encaminaba hacia el mundo hiper-conectado. De transición, de cambio de paradigma.

Confusa, por tanto. Ante aquel abigarramiento, todos los adolescentes que vivimos aquella década sólo encontramos una respuesta: huir.

Y nostálgica. Enterrar los pantalones acampanados, las Nike Tn y la gomina en lo más profundo de la Tierra. Hasta que un día llegó la generación Z y decidió romantizar nostálgicamente aquella época. El último ejemplo: el regreso de los auriculares con cable. Un TikTok de @thedigifairy viralizado durante las últimas semanas ilustra cómo algunos iconos contemporáneos como Bella Hadid están impulsando, voluntaria o involuntariamente, el regreso del cable. Uno que ni siquiera se remonta tanto en el tiempo, pero que ha quedado consagrado a una era.

Los dosmiles.

 

Hasta el final. La tendencia en cuestión ya tiene su propio perfil de Instagram (@wireditgirls) donde famosas e influencers de diferente condición posan junto al nuevo accesorio de moda. Dado que no hay una sola tendencia estética inteorizable, Mashable ha hablado con su creadora: "Los cables son una actitud (...) Es el modo en el que te mueves por el mundo". Según ella, los cascos con cable son la extensión de una estética dejada en la que el chándal, las zapatillas ajadas y los vaqueros de cintura baja se entrelazan. Una aire descuidado, informal, irreverente y muy dosmilero que encaja a la perfección con los cables.

Toda la estética expresa lo mismo. "Es como, oh, no he pensado en ello, no me importa demasiado", añade.

Apología de lo llano. A finales de septiembre, Dua Lipa posaba en diversas fotos con auriculares cableados. Vogue le dedicó una pequeña pieza. Según la redactora, aquellos "humildes accesorios" enviaban "un mensaje". ¿Cuál? Quizá uno reactivo frente al encarecimiento de la tecnología que nos rodea: es posible comprar cascos cableados por 20€ mientras que los AirPods cuestan 150€. Otros wireless son más baratos, pero la mayor parte de ellos multiplican el precio de unos con cables.

Es el todo. Ninguna generación es ajena a la nostalgia. Sucede que sus ciclos son cada vez más rápidos. La GenZ añora una tecnología primitiva que caducó hace apenas cinco años (fecha de presentación de los AirPods) y que alcanzó su punto culminante (en términos de dominación cultural y cuota de mercado) hace menos de dos décadas. Es el mismo proceso que le ha llevado a glorificar la "estética dosmilera" de las cámaras de vídeos pochas de principios de siglo. Una apología de tiempos más simples, los '00s, donde las dinámicas centrifugadas, adictivas y ansiosas de las redes sociales no existían. Como toda nostalgia, es sólo una ilusión.

Nostalgiar la nostalgia. Más allá de la tecnología, el regreso del auricular con cables (Renfe nos saluda desde la esquina) encaja a la perfección en una era de reivindicación poligonera, de hyperpop, Britney Spears como ex-icono generacional o reinterés por MySpace. De los '00 como época a rescatar. También en septiembre se popularizaron una serie de imágenes en las que una joven atrapada en un momento indeterminado entre 1998 y 2003 posaba en su habitación o jugaba a videojuegos ya retro (PlayStation, SuperNintendo, etcétera).

Ryan Broderick, autor de Garbage Day y uno de los mejores analistas de Internet, indagó en el fenómeno y se topó con una muchacha de 2020 fingiendo vivir en 2013 la nostalgia que por aquel entonces ya se sentía por los '00 o los '90. Como desarrolla este otro artículo de Vox, se trata de la nostalgia de sentir nostalgia por otras décadas. Sí, raro. La nostalgia sólo son capas. O auriculares con cable:

Contenedores de carga reconvertidos en piscinas: la nueva tendencia en arquitectura modular

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Contenedores de carga reconvertidos en piscinas: la nueva tendencia en arquitectura modular

Vivimos tiempos confusos. Tiempos en los que media humanidad suspira por uno de los objetos antaño más ubicuos, aburridos, prefabricados y grises jamás creados por la modernidad: el contenedor de carga. La gran crisis logística que atraviesa el planeta surge, en parte, porque no tenemos tantos contenedores como desearíamos. Escasea el hueco en los cargueros, lo que retrasa entregas, desploma inventarios y dispara los precios. Hemos hablado de ello aquí, aquí, aquí y aquí.

Hoy también hablaremos de contenedores. Pero por otro motivo.

Al agua. Uno frívolo, si se quiere. Lo cuenta Axios: la nueva tendencia entre la burguesía estadounidenses consiste en comprar contenedores industriales, depositarlos en sus jardines o azoteas y rellenarlos de agua. Convertirlos en piscina. El precio por cada uno de ellos ronda los 60.000€. Es mucho dinero, pero menos del necesario para una de obra (en España son más baratas, unos 20.000€; te la podrías hacer tú mismo, como nos explicó Bricomanía, pero necesitarías una retroexcavadora).

Los motivos. "Nuestras piscinas pueden ser instaladas en cuestión de horas, lo que significa que podrías estar nadando el mismo día en que se instalan", explica un portavoz de una de las empresas especializadas (Steelwater Pools). Idealmente serían más baratas, pero hoy en día los contenedores cotizan al alza. Como vimos en su momento, el precio por uno de ellos en un barco de alta capacidad ha pasado de los 1.000€ a los 20.000€, fruto de la alta demanda y la escasa oferta. Esto encarece también las piscinas.

Sucede que la crisis logística también ha llegado a la construcción de piscinas (de obra) y que la piscina-modular es una buena alternativa, al menos inmediata, para quien quiera una piscina ya. No todas las empresas que las instalan lo hacen correctamente, lo que ha generado un pequeño circuito de críticas y protestas por negligencias.

La tendencia. Muchas palabras familiares afloran en el artículo: sostenibles, modernas, chic. El interiorismo lleva años inmerso en la reutilización de materiales industriales, desnudos, para oficinas y hogares. Ahora es el turno de la arquitectura: como vimos en su día, en Barcelona ya hay varias viviendas-modulares construidas con contenedores del puerto. Están pensadas para familias sin recursos. Son soluciones habitacionales accesibles (78.000€ el piso) y ajustadas, si bien muy bien diseñadas (diáfanas, minimalistas). Se les conoce como "microhousing".

Abaratando. Al igual que las piscinas, la principal ventaja de los contenedores-vivienda es que el precio de construcción se desploma. Ya están hechos. Es una filosofía similar a la de las casas impresas en 3D. Para España y otros países, el problema es otro: la mayor parte del precio de un hogar está determinado por el coste del suelo (finalista), un bien escaso y bastante inflado desde la burbuja inmobiliaria. Un problema menor si te puedes permitir un capricho como la piscina-container.

Al lujo. Por supuesto, un contenedor puede ser utilizado para crear vivienda sostenible y accesible... O para convertirlo en lujo. En septiembre, una inmobiliaria lograba vender el primer edificio construido íntegramente con contenedores en Nueva York por $5 millones. La casa, concebida por dos restauradores locales, contaba con múltiples espacios comunes, cinco habitaciones y un aspecto verdaderamente imponente. Tan sólo necesitarías amasar 147 veces el sueldo medio del país para comprarlo. Porque un contenedor, ya lo sabemos, también puede ser codiciado.

Imagen: MoodPools

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